Reportaje


Mentiras… ¿piadosas?

Todas las universidades, como todas las empresas, tienden a verse a sí mismas de una manera idílica, y tratan de convencer de esas verdades a medias a cualquiera que muestre un mínimo interés, prometiendo el oro y el moro a todo aquél que esté dispuesto a escucharles. Por esto es por lo  que hay cuidarse mucho de no creer todo lo que aparece en sus informes de empresa, valoraciones anuales o, en este caso concreto, guías docentes y páginas web, porque, como suele pasar, “no es oro todo lo que reluce”, ni verdad todo lo que puedes encontrar escrito en ellas.
La Universidad Católica de Ávila no conforma, ni muchísimo menos, una excepción. Como todas y cada una de las universidades españolas, es el sumun de la organización, tiene las mejores instalaciones y a los profesionales mejor formados… y es que, si no reparáramos en la letra pequeña, cada centro de España sería el mejor del mundo en su campo. Así que, hagamos acopio de paciencia y busquemos una lupa para poder encontrar todos los peros que se le pueden sacar a esos grandes titulares que parecen llevarnos a la panacea.

Desde luego no podemos condenar a todas las universidades, pero tampoco deberíamos salvar a ninguna sin hacer un examen exhaustivo de su situación, sus realidades y sus verdades a medias. Un caso de manual podemos encontrarlo en la Universidad Católica de Ávila, en la que, siguiendo lo publicado periódicamente en el apartado dedicado a su oferta formativa de sus guías académicas, podemos estudiar carreras como veterinarias, restauración, historia del arte o comunicación audiovisual.
Es cierto que en muchos casos los centros incurren en errores de novatos, y publican en su primer año de vida todos los sueños que esperan algún día poder realizar; pero después de más de quince años, creo que ha habido tiempo suficiente como para poder subsanar los errores. Pero vayamos por partes.
En 1996, cuando la UCAV se puso en marcha, publicaron a bombo y platillo en todo tipo de medios que esta universidad iba a ofrecer treinta licenciaturas y diplomaturas diferentes. En este elevado número se incluyeron licenciaturas como fisioterapia, doble licenciatura de restauración e historia del arte, ingeniería de montes, ingeniería técnica forestal, etc. Tras el primer año, solo había 10 titulaciones implantadas, que se repartían únicamente en los sectores económico/financiero y de ciencias tecnológicas. Con este resultado, las aspiraciones de mucha gente (tanto estudiantes como profesores, pasando por el cuerpo directivo de la propia universidad) dieron al traste por no haber sido capaces de cumplir esa primera meta.
Pero aún había esperanza. Lo que no se había conseguido realizar durante el primer año pasó a ser una promesa para los cursos venideros, y la gente, confió en todas esas quimeras que se le prometían. La UCAV aspiraba a ser una de las grandes universidades de prestigio dentro del panorama español, queriendo equipararse a la Universidad privada de Navarra, perteneciente al Opus Dei, o acercándose a la USAL, universidad pública de Salamanca, en número de titulaciones. Y esa fachada, esa imagen que la institución quiso mantener de cara a la galería fue la que le impidió retractarse de todas esas promesas, y le empujó a seguir publicando sueños que cada vez estaban más lejos de alcanzar.

Esta situación se ha mantenido años y años. Frases como “titulaciones de todos los campos” continúan apareciendo en los panfletos publicitarios de la universidad, y también en su página web y resto de publicaciones, cuando en verdad y pese a las promesas, el número de titulaciones lleva prácticamente sin aumentarse desde el nacimiento de la universidad, y ramas del conocimiento como los idiomas o las artes, no pueden ser encontradas en la oferta educativa de este centro. Pero lo peor es que la gente se lo cree, y no solo los posibles futuros alumnos, sino también la prensa, esa que se supone que debe contrastar las noticias e informaciones, y más cuando le vienen directamente de la institución implicada. Y es que no es raro ver septiembre tras septiembre como en Diario de Ávila se enumeran las supuestas titulaciones que la UCAV oferta.
El cambio en el sistema educativo que trajo consigo la adaptación de España al Espacio de Europeo de Estudios Superiores (E.E.E.S), podría haber sido una buena oportunidad para que esta universidad pusiera las cosas en orden, y quitara de sus publicaciones y publicidades las eternas promesas. Pero ni por esas. En el periodo de adaptación de las antiguas licenciaturas y diplomaturas a grado, se modificaron todas las publicaciones de la universidad, incluyendo los panfletos, la página web… sin embargo, siguieron incluyéndose titulaciones que en verdad no se ofertan.
En la actualidad, la supuesta oferta educativa de la UCAV comprende veinticuatro titulaciones, que se reparten entre la facultad de ciencias sociales y jurídicas y facultad de ciencias y artes, así como dobles grados. De estos, siete, que conforman el 25% del total, no están reconocidos por el Ministerio de Educación y Cultura, lo que quiere decir que aunque teóricamente sí pertenecen a la oferta educativa de la UCAV, en realidad, la universidad no ofrece estas titulaciones porque no lo tiene permitido por parte del Gobierno Español.
¿Puede ser calificado de publicidad engañosa? De momento no se ha presentado ninguna queja, ni mucho menos una denuncia formal. Tal vez porque todos contamos con que seremos engañados, en mayor o menor medida, por parte de las instituciones tanto públicas como privadas. Pero tal vez porque los que podrían denunciar públicamente esta situación son principalmente los abulenses, y, a lo mejor, ellos son más felices autoengañándose, y creyéndose de veras que tienen en su ciudad una universidad de primera, que oferta un gran número de carreras universitarias, y que abarca todos los campos del conocimiento. Pero, de cualquier modo, amparándose en el aspecto más exhaustivo de la ley, sí podría ser tachado de publicidad engañosa, y más cuando, al ser tan reiterativo, ya no puede ser calificado de un simple despiste.
Sea como fuere, los principales interesados en poner fin a tanta mentira y a tanto “quiero y no puedo”, deberían ser los encargados de la propia universidad, desde la dirección hasta la conserjería, pasando por el cuerpo docente. Porque para nadie es beneficioso vivir rodeado de engaños, ni trabajar para una institución que defiende sus incoherencias a capa y espada, y, por lo visto, también pasen los años que pasen.
Pero no es esta Universidad Católica de Ávila la única institución española que se vale de amaños y artimañas para captar alumnados y la atención de la prensa.
Otro ejemplo podríamos encontrarlo en la Universidad de Valencia, o más concretamente en su facultad de enfermería. Esta escuela oferta el título de auxiliar de ocio y tiempo libre a un precio mucho menor que el resto de organismos competentes, aunque esta entidad valenciana no incluiría la parte práctica, sino solamente la parte teórica.
En este segundo caso, la escuela valenciana sí que cumple lo que dice, el curso que anuncia es vía on-line, o, lo que es lo mismo, te mandan un libro y tú como alumno rellenas unos formularios tras habértelo leído. Una vez aprobados esos formularios, en un plazo de 7 a 10 días, el alumno recibe en casa su título acreditativo, que le posibilita acceder a la parte práctica necesaria para la obtención del curso de monitor de ocio y tiempo libre. Hasta este punto, se cumple todo lo que la escuela de enfermería promete, pudiendo encontrar únicamente un pero: el curso teórico ofertado por esta institución no es reconocido como legal por ninguno de los otros organismos pertinentes en la materia. Lo que quiere decir que te quedas con tu diploma acreditativo de la parte teórica, pero no tienes forma alguna de poder acceder con él a la segunda parte de la formación, la práctica, que es igualmente necesaria para obtener el título de monitor.
Puede decirse que, en esta ocasión, la universidad no incurre en publicidad engañosa, aunque te vende por 100€ un papel acreditativo que no sirve de nada. Por lo que vuelves al punto de partida, pero con menos dinero, tu moral y ánimo bastante minados y con un papelito que, pese a la firma del decano de la escuela, no te va a servir más que de decoración o como hoja en sucio.
Estos son solamente dos ejemplos de los muchos que, probablemente, podamos encontrar a lo largo de toda la geografía no solo española, sino, casi sin lugar a dudas, mundial. Dos casos a cerca de los que la FACUA (Asociación de Consumidores en Acción), bajo el lema “luchamos contra los abusos”, no se ha posicionado en ningún momento.

Como siempre, podemos encontrar casos todavía más extremos. Como el ejemplo chileno de una supuesta “universidad” que se publicitaba por internet pero que resultó no ser ni una universidad ni nada más que una estafa. En este caso fue el SERNAC (Servicio Nacional del Consumidor) el que descubrió y denunció a la “Universidad Cumbres de Chile” ante las instituciones pertinentes.
Lo anterior son solo unos pocos ejemplos, pero las universidades, esos supuestos centros de prestigio que orientan (o deberían servir de brújula) a los jóvenes de cada país generación tras generación, pueden manipular incluso más allá de su oferta educativa, llegando a tergiversar las competencias legales que una determinada titulación pudiera o no tener. Un ejemplo más de abuso de las universidades lo encontraríamos en la Universidad de Ciencias de la Información (UNCIF) chilena, que tuvo que indemnizar a diez de sus alumnos por engañarlos al anunciar que podrían trabajar en ámbitos legales para los que legalmente no estaban habilitados.
Viendo todos estos ejemplos, es normal que cualquiera, estudiante o no, pierda un poco la fe en la humanidad. Es triste e indignante el vivir en una sociedad en la que todo vale, incluso engañar y manipular a los estudiantes cuando, inocentemente depositan todas sus esperanzas en instituciones supuestamente fiables y con cierto prestigio.

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